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"Mami, cuida a mis hijas"
Frank Ordóñez pereció el 5 de diciembre pasado, tras un cruce de balas entre ladrones y policías, en Estados Unidos. El FBI indaga el caso
No hay una fórmula para superar la muerte de un hijo. Eso aprendió Lucy Apolinario a la fuerza. Pero mientras el tiempo va sanando su alma, ella exige respuestas a la justicia estadounidense. Quiere saber quiénes le dispararon a su vástago, baleado en un tiroteo tras el asalto a una joyería, en el condado de Broward, en Florida.
La progenitora aún tiene en la memoria una conversación emotiva e inesperada que mantuvo con su retoño previo a su deceso, en la cual él parecía presentir que algo malo se le venía.
“Dos semanas antes me dijo, ‘mami, si un día me pasa algo, ¿tu vas a ver por mis hijas?’ Le pregunté que por qué hablaba eso y me respondió, ‘mami, prométemelo’. Yo le contesté, sí mijo, tu madre siempre va a estar ahí”, narra Lucy.
Quince días después, el 5 de diciembre de 2019, Frank Ordóñez (ecuatoriano de nacimiento), su segundo hijo, de 27 años de edad, perdió la vida luego de una persecución.
Él trabajaba como chofer repartidor para UPS, una empresa de entrega de encomiendas. En esa fatídica fecha, mientras laboraba en un camión de la empresa, fue interceptado por dos delincuentes, quienes huían luego de robar en dicho negocio de venta de diamantes.
Los pillos inmovilizaron a Frank para apoderarse del vehículo y escapar en él. Más adelante, agentes de la policía local los alcanzaron y se produjo un cruce de balas. Murieron los antisociales, Frank y el conductor de un coche que circulaba por la zona.
El FBI (Buró Federal de Investigaciones, por sus siglas en inglés) indaga el caso para determinar si los agentes utilizaron sus armas, apegados a protocolos establecidos por las fuerzas del orden para tales situaciones.
“Ellos (el FBI) usualmente nos llaman para que no nos preocupemos, porque están trabajando en el caso. Prometieron que iban a llegar hasta las últimas consecuencias”, expresa Lucy. Sin embargo, para su frustración y la de su familia, el proceso está en pausa, a raíz de la pandemia del coronavirus.
Por ahora, la fémina solo sabe dos cosas: que 21 policías que intervinieron en la balacera están suspendidos, mientras averiguan cómo fueron sus procedimiento, y que dos de sus nietas (de seis y tres años) se quedaron sin padre.
Lucy confiesa que luego de la muerte de su hijo, ella dejó a un lado las redes sociales, para evitar sufrir con cada cosa que se publicaba al respecto.
“Mi cabeza ha estado bastante mal, recién yo estoy viendo mensajes”, cuenta. Y es que a pesar de recibir palabras de aliento, leer estos comentarios la estaba afectando anímicamente. Sin embargo, ratifica que no se rendirá hasta que se resuelva el caso.
Indemnización
Si bien, al aclararse las circunstancias de muerte de Frank, se hace justicia en honor a su memoria, su familia también busca una indemnización para las pequeñas. Según Lucy, la empresa donde laboró su hijo aún no les da una compensación monetaria. En cambio, tras la muerte de Frank, el comité de trabajadores de la compañía hizo una colecta económica para apoyarlos.
A su vez, la familia organizó una campaña benéfica en una página web para recaudar algo de plata. Con esos recursos tienen previsto adquirir una casa para las infantes y su madre, y guardar algo de dinero para pagarles la universidad a futuro.
Papi está en el cielo
Lucy hace un esfuerzo para no llorar al hablar de su hijo. Lo recuerda como un muchacho muy maduro para su edad. Asegura orgullosa que él tenía claras sus metas y que estaba trabajando duro para conseguirlas.
Un año antes de su muerte, Frank se separó de la madre de sus niñas y regresó a vivir con Lucy y su pareja. Su ‘viejita’ le decía que en algún momento debía iniciar otra relación, pero él pensaba distinto. “Me decía, ‘no mami, lo que yo me voy a gastar con una mujer, mejor lo invierto en mis hijas’”.
Lidiar con la ausencia de Frank ante sus nietas fue lo más difícil para Lucy. Ellas la visitan los fines de semana, cada 15 días, aunque en los últimos meses solo se han visto por videollamadas, a causa del confinamiento por la COVID-19.
Cuando las niñas van, aflora el recuerdo de Frank. Ellas reaccionan al ver las pertenencias de su papá. “Al principio, la niña mayor decía, ‘¿a qué hora llega mi papá?’. De ahí, poco a poco fue dejando de decir eso “, cuenta Lucy. La nena (que el pasado 26 de junio estuvo de cumpleaños) últimamente menciona que su padre “está en el cielo”.
El amor de Frank por sus “princesas” era tan profundo que, incluso, lo impulsó a laborar en otra empresa además de UPS. Él deseaba comprarles una vivienda en el lapso de un año y ‘camellaba’ con ñeque.
Poco antes de su muerte, Frank logró ser chofer en UPS, pues antes solo era repartidor. Era algo que estaba buscando hace tiempo, pues según Lucy, por manejar los camiones se gana más. Un promedio de 42 dólares la hora. El joven logró alcanzar ese puesto y dejó su otro trabajo para tener más tiempo y hacer horas extras.
Siempre fue de empuje, pues a inicios del año 2000, con apenas siete años de edad, le tocó mudarse con su parentela a Estados Unidos, por la crisis económica del feriado bancario.
Protestas de un solo lado
Ordóñez era muy querido por sus compañeros de labores y sus allegados. Cuando perdió la vida, incluso, sus ‘panas’, mandaron a hacer camisetas y afiches con su rostro para marchar por la acción policial, a la cual consideraban excesiva.
Actualmente, en estos días en que EE. UU. está convulsionado de protestas por la muerte del afrodescenciente George Floyd, por un abuso policial, el recuerdo de Ordóñez revivió a cuentagotas, gracias a un pariente del ecuatoriano, quien salió a las calles con un cartel en mano.
William Murillo, cofundador de una organización privada de asesoría legal de migrantes ecuatorianos, refiere que cuando ocurren hechos de este tipo con afroamericanos de Estados Unidos y con latinos, tienen la misma repercusión mediática, pero las protestas son desiguales. “Las grandes manifestaciones que tienen los afroamericanos por sus ciudadanos, no las hemos visto en latinos”, dice.
Indica que de llegar a determinarse que los uniformados actuaron de forma incorrecta contra Frank, estos pueden afrontar no solo un proceso penal, sino también un proceso civil. Esta última acción, con el fin de que respondan por los daños y perjuicios, en beneficio de la familia afectada.
Acota que la justicia ‘gringa’ suele ser más independiente en comparación con la ecuatoriana y que, incluso, actualmente en el congreso estadounidense hay propuestas de leyes para proteger a estas minorías.